BAGDAD, AFP.- Irak entró este jueves en su sexto año de guerra y aunque el presidente George W. Bush prometió la "victoria" a los estadounidenses en el quinto aniversario de la invasión, los iraquíes, inmersos en la violencia diaria y la miseria, no consiguen creer en sus palabras.
En un discurso pronunciado el miércoles, Bush reiteró su deseo de seguir adelante con esta guerra, tremendamente impopular en Estados Unidos.
El presidente estadounidense vinculó este conflicto a la "guerra contra el terrorismo", piedra angular de su estrategia desde los atentados de septiembre del 2001 en Nueva York y Washington.
"Derrocar a Saddam Hussein fue la buena decisión", anunció Bush, proclamando una "gran victoria estratégica en la guerra más larga contra el terrorismo" y la red extremista Al Qaida.
Hace cinco años, el 20 de marzo de 2003 al amanecer, las primeras bombas cayeron sobre Bagdad, y en las tres semanas que siguieron, lo que quedaba del precario ejército de Saddam Hussein fue derrotado por la mayor fuerza militar del mundo.
El 9 de abril, Bagdad cayó y se convirtió en la primera capital árabe que pasó a estar bajo ocupación estadounidense. Saddam Hussein huyó, fue detenido el 13 de diciembre de 2003 y ejecutado el 30 de diciembre del 2006.
El presidente iraquí, Jalal Talabani, estimó el miércoles que la invasión estadounidense puso fin a una era "brutal de tortura y tiranía", y marcó "el inicio de una nueva época de esperanza y derechos democráticos".
Pero cinco años después de esta campaña militar, Irak sigue estando atrapado en una espiral de violencia que dejó tras de sí decenas de miles de muertos civiles.
"Bush habla de victoria, pero para mí, sólo consiguió una cosa en Irak: la destrucción", garantizó a la AFP Abu Fares Al Daraji, en su comercio de la calle Saadun, en el centro de Bagdad.
Los cálculos más prudentes hablan de un balance de 80.000 muertos, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) apunta que las víctimas iraquíes podrían situarse entre 104.000 y 223.000 entre marzo de 2003 y marzo de 2006.
Las fuerzas estadounidenses que pensaban regresar rápidamente a Estados Unidos siguen desplegadas en Irak, con un contingente de cerca de 160.000 soldados. En sus filas, hubo al menos 4.000 fallecidos y 30.000 heridos.
El ejército estadounidense es diariamente blanco de ataques y está particularmente concentrado desde hace meses en operaciones militares en el norte de Irak, donde actúan grupos vinculados a Al Qaida.