WASHINGTON.- En su acto de apoyo al candidato Barack Obama, el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, pidió el viernes al equipo de campaña de Hillary Clinton que "acabe con la lucha interna" y que los miembros del Partido Demócrata se unan de una vez por todas tras "el único presidente que unirá a la nación".
Richardson, ex candidato presidencial y único gobernador hispano de Estados Unidos, es uno de los influyentes superdelegados que participarán en la convención demócrata que ratificará al candidato presidencial en agosto. En caso de que el resultado de las primarias fuera muy ajustado, de ellos dependería que la balanza electoral se inclinara hacia un lado u otro.
Los medios analizaron profusamente ayer lo que este apoyo significa. Dick Morris, estratega electoral que trabajó para la campaña de Bill Clinton en 1996, dijo en la cadena de televisión Fox News que "todo está ya claro: Obama es el candidato demócrata. No hay forma de que Hillary Clinton vaya a ganar en delegados o pueda disuadir a los superdelegados". "Éste podría ser el principio del fin para Clinton", proclamaba el comentarista Jack Cafferty en la cadena CNN.
Al gobernador de Nuevo México se le considera una voz influyente entre la comunidad hispana. Sin embargo, se calcula que el 95% de los latinos ya han votado en estas primarias. Entre ellos, Hillary Clinton ha sido la opción mayoritaria, recabando el 66% de sus votos en un Estado tan valioso para esta comunidad como Tejas. Por eso, el campo de la senadora le ha restado importancia a este apoyo, calificándolo de "insignificante", tal y como dijo el estratega jefe de Clinton, Mark Penn.
Sin embargo, Richardson tendrá un papel decisivo en verano, cuando acuda a la convención en Denver como uno de los 796 superdelegados que podrían catapultar a uno de los dos aspirantes en caso de que el resultado de las urnas fuese muy ajustado. Se calcula que la mitad de estos superdelegados sigue todavía indecisa, y Richardson podría ser una influencia importante a la hora de arrastrar votos al campo de Obama.
En este momento Obama cuenta con 1.622 delegados, 137 más que su contrincante. Pero esta semana el senador ha sufrido un considerable descenso en las encuestas. La última, publicada ayer por la consultora Gallup, le deja con un 42% de los votos, frente al 49% de Clinton. La de Reuters/Zogby, difundida el viernes, le concede una ligera ventaja con el 47% de los votos, a tres puntos porcentuales de Clinton. Según datos de esta misma consultora, en febrero esta distancia era de 10 puntos.
Richardson reconoció el viernes que el trance de dar su apoyo a Obama ha sido duro. Lo había decidido hacía dos semanas, pero el gobernador no lo hizo público hasta el viernes. Decidió anunciarlo después de la polémica desatada por los comentarios del pastor de Obama, en los que acusaba a Estados Unidos de ser un país "racista" que "financia el terrorismo". Se lo comunicó a Clinton por teléfono la noche del jueves, antes de aparecer en público con el senador en el Estado de Oregón. "Fue una conversación acalorada. La cosa se puso tensa", dijo el gobernador a la cadena de televisión MSNBC.
Algunos asesores de la candidata han acusado a Richardson de "traidor". "Este respaldo ha llegado en el aniversario del día en que Judas vendió por 30 monedas de plata", dijo ayer al diario The New York Times el asesor de Clinton James Carville. Y es que el gobernador Richardson le debe gran parte de su carrera política a Bill Clinton. Fue miembro de su administración entre 1997 y 2001, primero como embajador a las Naciones Unidas y posteriormente como secretario de Energía.
El senador Obama pidió además el viernes una investigación en el Congreso sobre el fallo de seguridad del Departamento de Estado que permitió que un funcionario y tres contratistas accedieran de forma ilegal a los documentos relativos a su pasaporte y el de los otros dos candidatos presidenciales. En estos archivos se incluye información personal de cada ciudadano de Estados Unidos, como rasgos físicos y ocasiones en que se ha solicitado un pasaporte.
Entre el jueves y el viernes, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, llamó por teléfono a Obama, Clinton y John McCain, el candidato republicano, para pedirles disculpas y asegurarles que no había habido motivación política en unos actos calificados de "simple curiosidad imprudente". "A nadie le gustaría que su pasaporte fuera escrutado de forma no autorizada", dijo Rice al anunciar una investigación por parte de su gabinete. Dos de estos empleados han sido ya despedidos y un tercero ha recibido una sanción administrativa. Tras la investigación del Departamento de Estado, el caso se pondrá en manos de la justicia.